Wang Feng es profesor de Sociología en la Universidad de California, Irvine; y profesor invitado en la Universidad de Fudan, en Shanghai. Sus líneas de investigación son la desigualdad social, los cambios demográficos y las tendencias migratorias en China. Hablamos con él sobre el reto demográfico del envejecimiento en China y qué impacto tendrá a nivel social y económico en el país.
Pregunta: China cuenta su población cada 10 años. El último censo nacional se llevó a cabo en 2020 y sus resultados generales se publicaron el año pasado. ¿Cuáles son, en su opinión, las principales conclusiones que se pueden extraer del mismo?
Wang: No son conclusiones muy sorprendentes una vez vistos los números. Recibimos la confirmación de algo que llevaba tiempo discutiéndose: la natalidad en China está en niveles muy bajos, mientras que el nivel de salud de la población en general ha mejorado. El censo reveló algo de distribución regional, con un énfasis en la migración desde las provincias nororientales a las zonas costeras.
Sin embargo, los resultados detallados se están empezando a conocer ahora. Creo que veremos algunos resultados sorprendentes relacionados con la edad media de matrimonio y la estructura de los hogares. Por ejemplo, cuánta gente vive sola. Del censo de 2010 y de un censo menor que se hizo en 2015 supimos que estos parámetros están cambiando. El número de gente soltera de veintimuchos y treinta y pocos iba al alza muy rápido.

Pregunta: Hay una tendencia global que marca que, a medida que los países se enriquecen, sus tasas de natalidad caen. Mucha gente piensa que China ha envejecido antes de enriquecerse. ¿Cree que es verdad?
Wang: Creo que hay que revisar este marco. China se enriqueció muy rápido en realidad, y envejeció mientras se enriquecía. Esto tiene algunas implicaciones. En China, hace dos o tres décadas, la gente no consumía tanta comida rápida, ni bebía tanto, ni comía tantos productos lácteos. A medida que China se enriquecía, aparecieron riesgos sanitarios no sólo para la población mayor, sino en general. Hay más diabetes e hipertensión. También estamos viendo más cáncer de pulmón por el tabaquismo.
En cualquier caso, China tiene mucho dinero. Los hogares chinos han podido ahorrar mucho en los últimos 20 años. Hay mucha riqueza, algo sin precedentes en la población china. Sí vemos un cambio en la estructura poblacional, hay más personas mayores. Esto es un gran desafío.
Pregunta: China abandonó su política del hijo único en 2015, pero los chinos no parecen haber reaccionado de la manera que el gobierno esperaba, es decir, teniendo más hijos. ¿Por qué?
Wang: China y España comparten muchas similitudes. Creo que las parejas jóvenes chinas no son, en cierto modo, tan diferentes de las españolas. Ya antes del final de la política del hijo único, estaban teniendo pocos hijos, pero creo que no precisamente por dicha política. En los noventa y los primeros dos mil, la economía china creció muy rápidamente. Hubo un proceso de urbanización muy rápido. Los jóvenes comenzaron a preocuparse más por sus propias vidas y a disfrutar de más oportunidades de educación.
El coste de criar hijos en China ha aumentado mucho
Wang Feng, profesor de sociología en la Universidad de California Irvine
Alrededor de la mitad de los jóvenes podían ir a la universidad, mientras que hace 30 o 40 años el porcentaje era de un 5 por ciento. Los jóvenes empezaron a ir a la universidad, a adquirir nuevas aptitudes, a mudarse a las ciudades y a centrarse en sus carreras. Especialmente las mujeres jóvenes, con mucha más independencia, lejos de sus familias.
Por otro lado, y al mismo tiempo, el coste de criar hijos ha aumentado mucho. Casa, educación, transporte... Esto es algo similar a lo que vemos en otras zonas del mundo que tienen baja natalidad.
Pregunta: ¿Qué desafíos económicos tiene China por delante debido a la combinación entre baja natalidad y población envejecida? ¿Cuenta con un sistema de bienestar lo suficientemente robusto como para hacerles frente?
Wang: Creo que esto va a ser una cuestión de enorme calado en los próximos años, aunque yo separaría entre el corto y el medio plazo. A corto plazo, hay que mirar al mercado inmobiliario, que ha sido un gran motor para la economía. En las últimas semanas, hemos visto que se han relajado las condiciones para la concesión de créditos y que el gobierno ha instado a las empresas y a los hogares a endeudarse. Antes de eso, había intentado contener los precios de las viviendas. La cuestión es cuánto tiempo pueden ser efectivas estas políticas y qué pasa si la burbuja inmobiliaria se desinfla o estalla. Algo así tendría consecuencias muy reales, también psicológicas, en los ciudadanos chinos y en el sistema financiero del país. El gobierno haría frente a una gran presión política.
A mediados de siglo, el gobierno chino tendría que emplear el 100% de sus ingresos en sanidad y pensiones
Wang Feng, profesor de sociología en la Universidad de California Irvine
A medio plazo, hay que analizar el gasto en sanidad y pensiones. Este gasto ha crecido bastante en los últimos años. Sin embargo, nuestros cálculos indican que, a mediados de siglo, el gobierno tendría que emplear el 100% de sus ingresos en estas dos partidas. Esto no es sostenible. Sería necesaria una subida de impuestos. China ha podido ir haciendo esto porque la economía crecía por encima del 10% y los ingresos fiscales lo hacían a una tasa dos veces por encima de esto. Sin embargo, la economía se ha ralentizado y los ingresos fiscales han caído. Si el mercado inmobiliario se enfría, esto tendrá consecuencias, ya que en muchas zonas de China, los ingresos fiscales dependen de la venta de suelo.
En definitiva, China ha construido un sistema nacional de sanidad y pensiones en los últimos 10 o 15 años, y es un gran progreso. Sin embargo, es un sistema muy segmentado y desequilibrado. China podría verse sin los recursos para integrar este sistema, y es posible que haya perdido el tren de los tiempos en los que tenía una gran disponibilidad de recursos.
Pregunta: Hablando de salud en particular, cabe prever un aumento explosivo de la demanda de servicios sanitarios en las próximas décadas. ¿Cree que el sistema público chino será suficiente o tendrán que intervenir las compañías privadas?
Wang: Por un lado, el sistema público de sanidad no será suficiente para asumir la demanda de servicios. En los últimos 15 años, además de en redes ferroviarias, aeropuertos y autopistas, el gobierno chino ha invertido mucho en educación y sanidad. Sin embargo, ya hay problemas en los hospitales. Incluso en los mejores hospitales hay masificación.
Hemos visto resistencia a la entrada de empresas privadas en el sector sanitario
Wang Feng, profesor de sociología en la Universidad de California Irvine
Al mismo tiempo, el coste fiscal ha crecido el doble de rápido que los ingresos. El sistema público de salud ya está bajo una gran presión, incluso antes de que llegue el tsunami de personas mayores. También vemos que la reforma del sistema sanitario ha sido muy lenta. El 90 por ciento de los hospitales son públicos. El gobierno no ha cedido el control de la salud, y esto indica que no va a ceder espacio para las empresas privadas.
Algunas grandes empresas chinas, como Alibaba o Tencent, están intentando entrar en el sector sanitario, y también algunos inversores extranjeros. De momento, no hemos visto mucho impacto y sí hemos visto resistencias a estas empresas. No creo que, a corto plazo, el gobierno chino permita que las empresas privadas sean proveedores fiables de servicios sanitarios.
Existe el debate de si la sanidad es un bien público que se debe prestar gratis o un negocio. Creo que los líderes actuales se inclinan por la primera opción. Las empresas privadas supondrían una amenaza para las instituciones públicas y no creo que el gobierno lo permita.