Semiconductores, exploración espacial o comunicaciones cuánticas. Son algunas de las áreas científicas y tecnológicas en las que China pretende asumir una posición de liderazgo global a medio plazo. China ya es una potencia científica de primer orden, pero aún debe afrontar desafíos estructurales en muchas áreas. Hablamos de las perspectivas en ciencia y tecnología del país para los próximos cincos años con dos voces autorizadas: Claudio Feijoo, catedrático de la Universidad Politécnica de Madrid; y Joy Zhang, investigadora de la Universidad de Kent.
Continuamos explorando los diferentes aspectos del nuevo Plan Quinquenal de China. En anteriores entrevistas, hablamos de economía y medio ambiente.
Claudio Feijoo es uno de los mayores expertos españoles en el ecosistema científico y tecnológico de China. Experto en innovación y el impacto socioeconómico de las tecnologías emergentes, codirige el campus sino español de la universidad de Tongji. En esta entrevista analiza las áreas en las que China podría caminar hacia la autosuficiencia y sus planes para fijas estándares en tecnologías de última generación, entre otros temas.
La inversión de China en I+D no ha dejado de crecer en los últimos veinticinco años. Para el nuevo Plan Quinquenal, China pretende que dicha inversión crezca en más de un 7% cada año. ¿Cree que esta inversión ha dado ya frutos claros? ¿Es China hoy ya una potencia tecnológica y científica en la primera división mundial?
Más allá de los números hay un mensaje claro en este aumento de la inversión en I+D. China (y muchos economistas) creen que hay una conexión entre esta inversión y el bienestar futuro. Si la inversión tiene éxito y se traducen en generación, diseminación y adopción de innovaciones, estas, a su vez, darán lugar a un aumento de la productividad que hará al país más competitivo. Una competitividad sostenida en el largo plazo lleva al liderazgo (al menos económico mundial).
En cuanto a sus frutos, está claro que hay sectores donde China tiene un liderazgo tecnológico y otros donde este liderazgo se ha traducido ya en liderazgo industrial. Ejemplos pueden ser los trenes de alta velocidad o las grandes infraestructuras como puertos, carreteras o sistemas energéticos. También en otros ámbitos como la seguridad nacional, las soluciones que mezclan tecnología con educación (edtech), el comercio electrónico móvil, o incluso sistemas para el apoyo al diagnóstico médico automático mediante imágenes. Es interesante observar cómo este liderazgo se produce en aquellos sectores donde la iniciativa privada está alineada con la iniciativa pública, son sectores de consumo masivo y/o que requieren inversiones muy cuantiosas. Hay otros sectores donde estos factores no están tan alineados y aunque incluso existan innovaciones tecnológicas, es más difícil que se extiendan y adopten.
El Plan Quinquenal establece siete áreas prioritarias de inversión en ciencia y tecnología: inteligencia artificial, computación cuántica, ciencias neuronales, semiconductores, biotecnología, ciencias de la salud y exploración espacial. ¿Cómo valora este listado a modo de hoja de ruta? ¿Echa algún campo en falta?
Sí, no es tanto la lista de áreas prioritarias, que podría ser la hoja de ruta de cualquier programa de ciencia y tecnología modulada por algunas debilidades del sistema industrial de China (como la industria de los semiconductores), sino lo que no está. Por ejemplo, energía (a pesar del compromiso del presidente Xi para que el país sea neutral en carbono en 2060), o también agri-food (donde China es muy deficitaria y necesita importar). Casi se puede leer más como su afirmación de intentar liderar cualquier campo científico de relevancia en el futuro. Es un cambio de tendencia, ya que hasta ahora China se ha beneficiado de los desarrollos científicos en general, y ha incidido más en su aplicación práctica. Quizá también signifique que se espera que su contribución científica general aumente y/o que no espera que el modelo anterior sea suficiente o vaya a funcionar igual.
El 14º Plan Quinquenal de China establece 7 áreas prioritarias de inversión en ciencia y tecnología:
– Inteligencia Artificial
– Exploración espacial y de nuevas fronteras terrestres y marinas
– Biotecnología e investigación genética
– Inteligencia artificial
– Comunicaciones cuánticas
– Ciencia neuronal
– Medicina y salud
A medida que China va incrementando su inversión en ciencia y tecnología, también apuesta por una mayor autosuficiencia en sectores clave. En concreto, se habla mucho en los últimos meses de los semiconductores, esenciales para avanzar en áreas que requieren de una gran potencia de computación, como la inteligencia artificial. ¿Es factible que China deje de depender a medio plazo de otros países para abastecerse de este componente clave?
La industria de los semiconductores tiene una dificultad: requiere cuantiosas inversiones que solo dan resultado en un plazo de 3-5 años. Es una industria de enormes economías de escala donde es muy difícil recuperar el retraso. China lleva invirtiendo enormes cantidades de dinero en esta industria y aún su dependencia de proveedores externos es muy grande. No solo en los chips terminados como tal, sino también en la larga lista de elementos que componen la cadena de valor de su fabricación. Solo domina claramente en el comienzo de esta: las tierras raras que permiten generar semiconductores de propiedades especiales. Las soluciones para recuperar este retraso, aparte de seguir invirtiendo en tecnología propia, son de dos tipos: por un lado, absorber a alguna empresa que ya posea la tecnología o al conocimiento y el talento que la componen y, por otro lado, hacer un salto a la tecnología de siguiente generación donde, por ejemplo, no importe tanto el tamaño de los transistores que componen los chips, sino la arquitectura y las funcionalidades que permiten hacer redes neuronales. China obviamente intenta todas estas posibilidades en paralelo dada la relevancia de esta industria y su dependencia.
China, como todos, buscar tener una posición relevante en la estandarización y buscar imponer sus estándares conde cree que tiene una posición dominante.
Claudio Feijoo, catedrático de la UPM
China también pretende estrechar los lazos entre el mundo académico (universidad, institutos de investigación) y el empresarial. ¿Cree que hoy por hoy esa colaboración es fluida? ¿Hay margen para la mejora?
La colaboración universidad – empresa en China tiene mucho margen de mejora. Hasta ahora ha sido mayoritariamente un sistema en el que cuando existía conocimiento de interés industrial en la universidad digamos que era “arrancado” por el enorme potencial de desarrollo de mercado. Pero ese modelo desvirtuaba la continuación de la investigación en el ámbito universitario y de alguna manera lo descapitalizaba. Es una tensión que existe en cualquier otro país pero, como en muchos otros ámbitos, las fuerzas en China son más grandes. Es un modelo que está actualmente en proceso de cambio con la maduración de su sistema universitario y de ciencia y tecnología.
Un plan para fijar estándares
Más allá del Plan Quinquenal, China piensa a largo plazo, como pone de manifiesto su Plan Standards 2035, con el que el país pretende fijar los estándares en la próxima generación de nuevas tecnologías. ¿Cree que China puede consolidar una posición de liderazgo en la fijación de estándares tecnológicos?
Lo interesante de los estándares es que requieren el concurso y el acuerdo de muchos actores. Un caso de interés es el 5G. No existe ninguna empresa o zona del mundo que tenga una posición dominante en todos los ámbitos que la componen (la parte radio, la parte de núcleo de red, los servicios). Así que para conseguir estándares de alcance mundial (y las economías de escala que la industria requiere para ser rentable) es necesario llegar a acuerdos. Es, digamos, un tipo de diplomacia tecnológica o industrial a la que cada vez es necesario prestar más atención. Es también interesante observar cómo en industrias donde hay un liderazgo claro por parte de alguna región o alguna empresa se intentan imponer estándares de facto en lugar de seguir estos procesos. Por tanto, China (como todos) busca tener una posición relevante en la estandarización que requiere diversos actores y busca imponer sus estándares donde cree que tiene una posición dominante.
En relación con la última pregunta, ¿cree que el hecho de que China se proponga fijar sus propios estándares en una serie de tecnologías puede llevar a un desacoplamiento con los países occidentales?
Podría suceder y, en parte, ya ha sucedido si uno mira al mundo de las aplicaciones y redes sociales en Internet, completamente diferentes a los dos lados de la “gran muralla de Internet” implementada por China. Solo impiden que suceda el desacoplamiento dos factores: las economías de escala necesarias en muchas industrias (por más que China sea un mercado enorme y muchas de sus empresas se hayan beneficiado del mismo para luego salir a competir) y que hay cadenas de valor muy complejas donde no es realista dominar todos sus eslabones. Aun así, podría sucediendo un desacoplamiento por motivos de tecno-nacionalismo y proteccionismo, es decir, por razones políticas ajenas al bienestar global.
Joy Zhang es profesora de Sociología en la Universidad de Kent, está especializada en diplomacia científica y ha investigado en profundidad el ecosistema científico de China. Conversamos con ella sobre fortalezas y debilidades del sistema de investigación chino, potenciales conflictos éticos y el lugar de China, como potencia científica, en un mundo globalizado.
¿Qué valoración hace de los objetivos científicos de China para los próximos cinco años, según lo recogido en el 14ª Plan Quinquenal?
Hay tres cuestiones que veo como positivas: una es el énfasis en investigación básica. Sabemos que China ha incrementado su producción científica, pero esto se ha dado, sobre todo, en investigación aplicada. Uno de los principales compromisos del Plan Quinquenal es incrementar el gasto en investigación básica a un 8% del total. Es lo que hace un país poderoso. Si China quiere ser una potencia científica global, tiene que incrementar su gasto en investigación básica. En segundo lugar, el énfasis en talentos jóvenes y globales. Como muchos países asiáticos, China tiene cierta cultura de priorizar la veteranía y decir a los jóvenes que esperen su turno. Esto perjudica al talento joven, y espero que veamos un sistema científico más democrático, basado en el mérito. Además, el talento joven suele tener formación global y China quiere que estos jóvenes vuelvan. Creo que esto es positivo porque contribuirá a la internacionalización de la comunidad científica china. En tercer lugar, debería haber más autonomía para los investigadores de campo que complemente la idea de promover el talento joven: un sistema basado en el mérito, competitivo y abierto a la cooperación internacional.
Tengo también dos preocupaciones. La primera tiene que ver con el anuncio, en octubre, del establecimiento de un Comité Nacional de Ética en Ciencia y Tecnología, que se percibió como un gesto de China para tomarse en serio la responsabilidad en la investigación a nivel estatal. Creo que es extraño que no sepamos quién está en ese comité o qué ha hecho. A medida que la ciencia en China progresa y que el país pone el énfasis en la colaboración entre los sectores académico y empresarial, puede haber problemas con la supervisión ética. Sabemos que en escándalos como el de CRISPR estuvieron implicados académicos y, en este caso en particular, hubo cooperación entre hospitales y capital privado. Ya hay un precedente de fallas de supervisión. Potenciar la colaboración con el sector privado sin regulaciones éticas sólidas es preocupante, no se puede dejar esta supervisión al sector privado que busca beneficios económicos.
China, como muchos países asiáticos, tiene cierta cultura de priorizar la veteranía y decir a los jóvenes que esperen su turno. Esto perjudica al talento joven, y espero que veamos un sistema científico más democrático, basado en el mérito.
Joy Zhang, investigadora de la Universidad de Kent
Mi otra preocupación es que es la primera vez que China fija la autosuficiencia como un objetivo primordial para la ciencia. Estamos entrando en una era en la que la cooperación científica es inevitable. China necesita al resto del mundo igual que el resto del mundo necesita a China. Aunque el gobierno ha subrayado que las publicaciones internacionales ya no serán tan importantes, estoy seguro de que los investigadores seguirán queriendo que sus descubrimientos figuren en estas publicaciones. Creo que este giro puede indicar una tendencia a la insularidad. China seguirá siendo visible a nivel global, pero habrá áreas estratégicas en las que llevará a cabo su investigación a puerta cerrada.
Autosuficiencia y cooperación internacional
Habla sobre un tema esencial para China: su voluntad de ser autosuficiente en determinadas áreas. ¿Puede elaborar más sobre esta idea? ¿Cree que a medio plazo podemos ver una China más aislada en el terreno científico?
Creo que es muy importante ver a China en sus dos capas. El gobierno no es lo mismo que la sociedad, especialmente en sociedades autoritarias, y esto es algo que solemos olvidar a menudo. Creo que, políticamente, el gobierno chino tendrá que hacer algunas declaraciones duras, como vimos en las reuniones de Alaska. En cierto modo, esto es esencial para su legitimidad doméstica. Sin embargo, en términos de cooperación científica, cualquier investigador de base pensará lo contrario y sabe lo importante que es cooperar con el resto del mundo. Esto no se debe a que China carezca de ingenio, sino a que hoy en día es imposible hacer ciencia de vanguardia en un país cerrado al mundo. Incluso en cosas simples como la experimentación con animales, muchas veces se importan desde fuera. Hay una cadena internacional de investigación que permite a China tener una gran productividad.
No creo que la comunidad científica quiera trabajar a puerta cerrada, pero sí creo que hay un desajuste psicológico entre China y Occidente. Muchos políticos y periodistas occidentales, también científicos, no se dan cuenta de que China ha cambiado mucho en los últimos 20 años. Hace 20 años, no cooperar con China era posible. Hoy, China es el segundo mayor productor mundial de investigación científica, por lo que no puedes ignorar lo que se hace allí. Al mismo tiempo, los científicos chinos saben esto y quieren respeto. Hace veinte años, se los veía como comparsas a cargo del trabajo sucio. Esto ya no es así, los científicos chinos quieren hacer cosas diferentes y exigen respeto. Si no se hace frente a este problema de actitud, me preocupa que muchos de ellos puedan asumir las posiciones del gobierno chino, que por lo menos les proporciona un entorno respetuoso. Sería fomentar la suspicacia en gente innovadora, abierta de mente y brillante.
En cuanto a la colaboración entre Universidad y sector privado, un ámbito que conoce bien, ¿qué riesgos cree que plantea? ¿Puede haber conflictos éticos?
Creo que parte de la razón por la que China quiere estimular la colaboración con el sector privado es que es un país con una gran masa laboral dedicada a la investigación y quiere reducir el gasto en salarios por parte del gobierno. Esta política comenzó en 2017, con facilidades a los académicos para que soliciten excedencias para ir al sector privado a investigar. En general, creo que es positivo, lo hemos visto en Estados Unidos y la Unión Europea: el capital privado es necesario para un entorno de I+D fuerte. Sin embargo, como he dicho, me preocupa que China no haya demostrado una competencia suficiente para controlar la producción académica. El reto es garantizar la seguridad de la investigación conjunta fuera de las estructuras regulatorias existentes. Una pregunta es cómo va a enterarse el gobierno de cuando haya un problema si no hay un sistema nacional de registro y los académicos que van al sector privado no tienen que informar a sus universidades de lo que hacen. Me preocupa que pueda haber problemas éticos.
Paradójicamente, con el COVID China ha decidido incrementar el control sobre hospitales privados, pero en investigación como tal parece que vamos a una tierra salvaje. China confía en la autorregulación de los sectores, pero esto puede ser muy problemático. También puede crear problemas para la cooperación internacional, ya que los colaboradores extranjeros tienen que poder comprobar que sus socios son serios y tener en cuenta regulaciones éticas. A nivel doméstico, este entorno laxo puede ser contraproducente, especialmente si tenemos en cuenta que China tiene cierta historia de prohibir temporalmente categorías enteras cuando hay escándalos. Esto ha causado muchas turbulencias en la investigación académica en los últimos años.