La lucha contra el cambio climático y la protección del medioambiente son prioridades estratégicas para China. La segunda economía del mundo tiene la difícil tarea de conjugar crecimiento económico con la preservación de su entorno natural. En su nuevo Plan Quinquenal para el período 2021-2025, el gobierno chino detalla una serie de medidas en esta línea. Las repasamos en esta entrevista con Yao Zhe, experta en cambio climático del think tank China Dialogue.
En el nuevo Plan Quinquenal, China se compromete a reducir las emisiones dióxido de carbono por unidad de PIB en un 18% entre 2020 y 2025, el mismo ritmo que el anterior ciclo quinquenal. Sin embargo, China aún depende mucho del carbón para la producción energética. Algunos analistas apuntan que se trata de un objetivo un tanto decepcionante. ¿Está de acuerdo?
Sí, estoy de acuerdo en que el objetivo de reducción del 18% sigue una pauta de «lo mismo de siempre». No muestra suficiente ambición. Creo que este objetivo es probable que se logre antes de tiempo, dado el rápido desarrollo de las energías renovables en los últimos años.
El gobierno chino tiene una tradición de prometer menos de lo que puede cumplir y cumplir más de lo que promete. Sin embargo, la razón de establecer este objetivo es acelerar la transición energética de China. Un objetivo moderado no es efectivo a este efecto, ya que lo único que hace es mandar useñales ambiguas de que no creará una presión suficiente sobre el carbón o incentivos fuertes para las energías limpias.
De manera más general, China se compromete a alcanzar su pico de emisiones contaminantes para 2030 y la neutralidad de carbono para 2060. En este punto, ¿son objetivos realistas?
Los objetivos de 2030 y 2060 representan diferentes niveles de ambición, en realidad. Muchos investigadores han demostrado que la trayectoria de carbono de China tocará techo en 2030 con la tendencia actual, por lo que el objetivo de 2030 es muy realista. Lo realmente importante es llegar a ese techo lo antes posible y hacerlo con las emisiones totales en niveles relativamente bajos.
El objetivo de neutralidad de carbono en 2060 requiere de profundos cambios en el sistema de energía, en la estructura económica y en el estilo de vida de la población. Son cambios que van más allá de lo que mucha gente puede imaginar. Aunque los principales líderes de China parecen decididos a cumplir su promesa, para ser sincera China está bastante lejos del camino hacia la neutralidad de carbono, y el decimocuarto Plan Quinquenal no estrecha esa distancia. Con todo, aún tenemos 40 años, por lo que es demasiado pronto para decir si se trata de un objetivo realista o no. Una regla de oro a recordar que es las acciones tempranas son más efectivas y cuestan menos.
Cambios estructurales
En lo que se refiere a cuestiones específicas, ¿qué puede hacer China para alcanzar estos objetivos a corto y medio plazo? De manera inevitable, su panorama económico actual tendrá que pasar por cambios estructurales. ¿Qué industrias actuales se verán afectadas y qué sectores o tecnologías emergentes recibirán un impulso?
China necesita un sistema de energías limpias y una economía baja en emisiones para alcanzar sus logros a medio y largo plazo. El 65% de la demanda de energía de China la cubre actualmente el carbón, pero no hay lugar para el carbón en un mundo neutral en carbono. Evidentemente, la industria del carbón (incluyendo la energía generada con carbón y la minería) se verá significativamente afectada. Garantizar una transición justa en el sector del carbón será un desafío enorme. El otro lado de la moneda es que las energías renovables, particularmente la eólica y la solar, recibirán un impulso enorme. Actualmente, la electricidad generada mediante estas dos fuentes sólo suma un 10% en el mix de China. Esta tasa tiene que estar por encima del 70% para alcanzar la neutralidad de carbono.
China sigue siendo conocida como la fábrica del mundo y, a nivel global, produce más de la mitad del hierro, acero, cemento, cristal y muchos otros productos cuya fabricación es intensiva en carbono. Las soluciones a cómo fabricar estos productos emitiendo menos carbono no están todavía claras. Hay una necesidad urgente de incrementar la investigación y el desarrollo tecnológico en este terreno.
El plan actual pone fin a la práctica de fijar un objetivo de PIB a 5 años, centrándose sólo en este año, para el que el objetivo de crecimiento es del 6%. Se sabe que, en el pasado, esta práctica ha generado una gran presión sobre los gobiernos provinciales, que querían cumplir con sus objetivos anuales sin atender a otras consideraciones ni tener en cuenta
No soy muy optimista. No diría que este lastre ya no existe, ya que el objetivo de crecimiento no es que se haya abandonado del todo, es que se establecerá año a año. La decisión de no establecer un objetivo a cinco años se debe, sobre todo, a incertidumbres geopolíticas, no a preocupaciones medioambientales.
Los gobiernos locales y provinciales tienen que abandonar su mentalidad antigua y empezar a aplicar un enfoque equilibrado y sostenible al desarrollo económico.
Yao Zhe, experta en cambio climático en China Dialogue
Dicho esto, estoy de acuerdo en que este cambio da más espacio a las provincias para que exploren un nuevo camino de desarrollo que valore la calidad de vida y la salud del ecosistema. Aparte del cambio en la línea del gobierno central, lo que es igualmente importante es que los gobiernos locales y provinciales tienen que abandonar su mentalidad antigua y empezar a aplicar un enfoque equilibrado y sostenible al desarrollo económico. Ya hay noticias positivas en este sentido. Muy recientemente, el gobierno de Shenzhen, la tercera mayor ciudad de China en términos de PIB, anunció el primer sistema integral de contabilidad de Producto de Ecosistema Bruto, un enfoque alternativo que tiene en consideración la contribución de los ecosistemas a la economía y el bienestar de las personas. Los cambios de mentalidad requieren tiempo, pero hay motivos para ser optimistas.
Después de la pandemia
China ya está experimentando recuperación económica tras la sacudida inicial de la pandemia. El gobierno ha canalizado diversos paquetes de estímulo a diferentes sectores. De nuevo, cómo puede China conciliar crecimiento con protección medioambiental en el contexto económico actual?
Es una pregunta compleja. Creo que la clave es resistir el impulso de de apoyarse en la construcción de infraestructuras para fortalecer la economía. Esta es la mayor lección que aprendimos de los estímulos económicos tras la crisis global de 2008. Apoyarse excesivamente en la inversión en infraestructuras puede hacer que los números del PIB tengan mejor pinta a corto plazo, pero inevitablemente llevará a proyectos innecesarios y exceso de capacidad en sectores como el cemento, el hierro y el acero que aumentarán las emisiones contaminantes y causarán contaminación del aire.
La recuperación es un buen momento para resetear la economía e invertir en sectores con valor estratégico que tengan beneficios a largo plazo pero que hasta ahora han sido ignorados. En el caso de China, podemos citar la sanidad y la educación, que no están directamente vinculados con la protección medioambiental. Sin embargo, mejoras en estos dos sectores contribuirán a una sociedad más sostenible.
La cooperación entre China y Estados Unidos será esencial para combatir el cambio climático. En los últimos años, las tensiones entre ambos países han puesto en peligro estos esfuerzos globales. ¿Es optimista sobre la nueva administración estadounidense en este tema?
Creo que es posible que China y Estados Unidos vuelvan a trabajar juntos en cambio climático, pero requerirá de mucha sabiduría política y de espíritu de pragmatismo. Ambas partes han subrayado el cambio climático como un tema de interés mutuo, pero las tensiones y los conflictos ideológicos entre las dos, como vimos claramente en las reuniones de Alaska, serán un obstáculo a cualquier línea significativa de cooperación.
Biden es diferente a Trump, pero no es realista esperar que la relación entre Estados Unidos y China se resetee con él. En este contexto, Estados Unidos y China tienen que encontrar una nueva manera de trabajar juntos sobre el cambio climático. No estoy segura de que sean capaces.
Sin embargo, también tenemos que reconocer que ambos gobiernos impulsarán sus respectivas agendas domésticas sobre cambio climático, incluso si la cooperación bilateral no se reinicia. Biden tiene un ambicioso plan climático y sus votantes le exigirán acciones reales. Los últimos movimientos de China sobre cambio climático, incluyendo la neutralidad de carbono, no han sido sólo el resultado de presiones externas. También hay un entendimiento creciente de que hacer frente al cambio climático es por el propio bien de China, y a medida que la política exterior de China se va volviendo más asertiva, la política climática de China también será más independiente. En este sentido, no debemos ser pesimistas.