Este texto es una transcripción, resumida y editada, del episodio 3 del podcast «Descifrando China», titulado «Socios, competidores, rivales: claves de la relación China – UE». Hablamos sobre el momento actual de las relaciones bilaterales entre la Unión Europea y China tras la cumbre celebrada entre ambas partes el pasado 1 de abril. Con Helena Legarda, analista del Mercator Institute for China Studies.
La cumbre del 1 de abril
Pregunta: ¿Qué valoración general haces de la última cumbre China – Unión Europea, el pasado 1 de abril? El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, no sonó demasiado entusiasmado en su valoración posterior. ¿Hubo algún punto de encuentro?
Helena: El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, la calificó como un «diálogo de sordos». Yo creo que eso nos dice mucho sobre, por un lado, las expectativas de la Unión Europea y por el otro, sobre el resultado de la cumbre. No sé si yo la llamaría un fracaso. Sí es cierto que, en lo que se refiere a resultados concretos, no hubo ninguno. Pero yo creo que nadie los esperaba. También es cierto que cada parte tenía distintas expectativas y distintas prioridades antes de llegar a la cumbre.
Por un lado, la UE quería hablar de los puntos de fricción: Ucrania, la coerción económica contra Lituania, las sanciones a parlamentarios e investigadores europeos… ese es el lado de la UE. China obviamente no quería hablar de ninguno de estos temas. Lo que ellos querían es poner el foco en oportunidades para colaborar o puntos de coincidencia. China quería inyectar energía positiva a las relaciones y dejar las tensiones a un lado. Teniendo en cuenta esto, que las prioridades eran distintas, tampoco había grandes expectativas de resultados concretos; incluso antes de la cumbre, en Bruselas.
La razón por la que digo que no fue un fracaso es porque la Unión Europea mandó un mensaje muy claro. Sabiendo que no iba a conseguir nada muy concreto, lo que Von der Leyen, Michel y Borrell hicieron fue dejar las cosas muy claras a los líderes chinos. El punto fundamental es que no estamos en una situación de business as usual: no podemos ignorar las fricciones, no podemos ignorar la respuesta china a la invasión rusa de Ucrania y continuar hablando de cooperación en temas como el cambio climático.
La UE fue muy clara con respecto a lo que espera de Pekín en Ucrania. Sí hubo algún punto de Von der Leyen dejando bastante claro que habría consecuencias si China decide dar apoyo material a Rusia. Fue una oportunidad para lanzar un mensaje y la UE la usó con bastante éxito. El problema fundamental es que China no ha leído muy bien el estado de ánimo en Europa y no ha tenido muy claro cómo navegar dos objetivos contradictorios: por un lado, mantener su cooperación con Rusia, que es algo que en términos geopolíticos le interesa, sobre todo teniendo en cuenta su objetivo último de reformar el orden mundial. Por otro, China quiere mantener las relaciones, sobre todo comerciales, pero no exclusivamente, con la UE. Intentan jugar a dos bandas y creo que no han leído bien la situación con respecto a la guerra de Ucrania.
¿Resultados concretos de la cumbre? No. ¿Fracaso? Tampoco. La oportunidad de dejar las cosas claras hablando cara a cara con los líderes chinos es algo importante.
La situación en Ucrania
Pregunta: El principal tema en la agenda fue, obviamente, la situación en Ucrania. ¿Qué quiere la Unión Europea de China en este asunto? ¿Son estas peticiones o exigencias realistas?
Helena: Depende un poco de a quién nos referimos cuando hablamos de la UE. En general, sí está claro que al principio de la invasión se oían voces en Europa que decían que China tendría que mediar en el conflicto. Ese tema de la mediación nunca fue realista, China no lo iba a hacer ni lo va a hacer. Pero creo que se ha dejado de lado ya.
¿Cuáles son las expectativas ahora? La verdad es que no demasiado. En una situación ideal, que China intente facilitar un alto el fuego aunque sea limitado y el establecimiento de corredores humanitarios. Esto y quizás que China proporcione ayuda humanitaria a Ucrania.
En realidad, lo que la UE pide, el mínimo absoluto, es que no obstruya. Si no va a usar su influencia ni su acceso a los líderes rusos para facilitar un alto el fuego, que por lo menos no ayude a Rusia a evadir las sanciones. ¿Es realista? A estas alturas, no creo que es algo que China quiera hacer. Su posición sigue siendo la misma: aparentemente neutral, pero en realidad con un apoyo evidente de las posiciones rusas. Esto se ve claramente cuando lees los discursos de los líderes chinos. Usan claramente el lenguaje de Moscú en lo que a la invasión se refiere: la culpa es de Estados Unidos, la culpa es de la OTAN, provocaciones a Rusia, que tiene intereses legítimos de seguridad que deben respetarse…
Es una neutralidad aparente pero más prorrusa que otra cosa. Yo no esperaría demasiado de Pekín en lo que a facilitar una solución se refiere. Ayuda humanitaria ya está proporcionando alguna, no demasiada; pero quizás sí hay margen de mejora. Sin embargo, China no tiene ningún interés en exponerse a sí misma a este conflicto más todavía. Estratégicamente, desde Pekín sólo ven inconvenientes.
El Acuerdo de Inversiones
Pregunta: En la cumbre no hubo progresos sobre uno de los grandes escollos actuales en la relación: el Acuerdo de Inversiones, congelado desde marzo de 2021. ¿Cabe esperar que el proceso de ratificación se reinicie pronto?
Helena: A mí me sorprendería mucho. Tenemos que mirar un poco hacia atrás para ver por qué se congeló ese proceso. Fue por las sanciones chinas a parlamentarios, políticos e investigadores europeos. Esas sanciones siguen ahí, y mientras no las levante, dudo de que vuelva a empezar el proceso de ratificación en el Parlamento Europeo.
Además, la opinión pública sobre China y la visión que hay sobre las ambiciones globales chinas están empeorando en Europa. No sólo son las sanciones, sino el boicot a Lituania, cómo ha manejado China la pandemia o la actitud de los diplomáticos a los que envió a Europa. Hay un punto de vista mucho más crítico con respecto a China. Esto no va a ayudar a reiniciar el proceso de ratificación.
También hay que tener en cuenta que uno de los impulsores de este acuerdo es Alemania, pero allí ha habido un cambio de gobierno y también un cierto cambio de postura con respecto a China.
Política común
Pregunta: ¿Existe tal cosa como una política común europea hacia China? ¿Cada país hace la guerra por su cuenta? ¿Hay bloques?
Helena: La política de la UE sobre China no es un bloque. Esto es un hecho irrefutable. Muy poca política de nada en la UE es un bloque: hablamos de 27 estados miembros con sus intereses y sus preocupaciones. Unanimidad al 100% no hay. Sí es verdad que en política sobre China ha habido mucho movimiento en los últimos años y nos estamos acercando cada vez más a un consenso. Un consenso más que nada sobre los problemas y las oportunidades que en Europa vemos en lo que a China se refiere. Eso no siempre se traduce en unanimidad en políticas. Vemos mucho más consenso en el hecho de que la gente es mucho más crítica y tiene mucho más cuidado en lo que a las ambiciones globales de China se refiere. Vemos más potenciales problemas.
Pero cuando hablamos de políticas y respuestas, hay mucha diversidad. Tampoco hablaría de bloques porque vivimos en una situación muy dinámica. Países del centro y el este de Europa, que antes eran un poco más problemáticos con China con la iniciativa 16+1, ahora son mucho más críticos, en parte por el acercamiento con Rusia.
Alemania sí que ha puesto siempre el énfasis en mantener buenas relaciones económicas y comerciales con China, que es algo que lleva mucho peso en discusiones en Bruselas. Esto es algo que no ha cambiado del todo pero sí vemos cierto movimiento. La estrategia tradicional de Alemania de intentar conseguir el cambio en China a través del comercio es algo que a lo mejor no se ha abandonado del todo pero sí nos estamos alejando.
En los últimos años, las políticas e instrumentos que afectan a China se han adoptado por consenso en casi su totalidad. Eso es algo complicado. Hay mucho más acuerdo de lo que mucha gente piensa desde el exterior.
Cero COVID y la reactivación de los viajes
Pregunta: La UE sí ha manifestado que está abierta a una mayor cooperación con China en cuestiones como la diplomacia de vacunas. En relación con el COVID, ¿crees que habrá una reconsideración de la política de Cero COVID en China, con la consiguiente reanudación de los viajes internacionales? ¿En qué medida puede ayudar esta reactivación a desatascar las relaciones?
Helena: Lo primero, sobre la política de Cero COVID: no veo ninguna indicación de que vayan a abandonar esta estrategia en los próximos meses. Casi con seguridad no antes del vigésimo congreso del Partido Comunista Chino. Hay que tener en cuenta varias cosas, empezando por el tema sanitario: en China, las tasas de vacunación no son tan altas como mucha gente se piensa, especialmente en los tramos más altos de edad. Hay miedo de que, si abren el país un poco más, van a empezar a subir las muertes y hospitalizaciones.
Luego está el tema político, que es fundamental. Xi Jinping se ha asociado a sí mismo con esta política, personalmente. Teniendo en cuenta que el 20º Congreso del Partido va a tener lugar este otoño y que este es el Congreso en el que Xi Jinping quiere ser confirmado como líder de China para un tercer periodo, no creo que tenga intención de abandonar una política que ha asociado mucho consigo mismo por el posible impacto en su legitimidad.
Un tercer elemento es que la narrativa desde que comenzó la pandemia es que en China han manejado la pandemia mucho mejor que en Occidente. Eso demostraría que el sistema chino es más eficiente, más eficaz y por lo menos igual de bueno que las democracias liberales. Aceptar un fracaso del modelo chino y cambiar de estrategia, después de meses de críticas a Occidentes, es algo que por temas de imagen y legitimidad no se va a hacer. No tendría mucha expectativa de que vayan a abandonar esto antes del Congreso. Después, ya veremos.
Obviamente, el impacto está claro. En viajes, ahora mismo hay muy poca interacción cara a cara entre gobiernos, pero también sector privado, sociedad civil, estudiantes o investigadores. Si miras datos sobre el número de extranjeros en Pekín y Shanghai y el impacto de la política de no permitir viajes internacionales, ves que esos números han bajado muchísimo, y yo espero que continúen bajando. Veremos si eso se recupera una vez China reabre el país. Creo que hasta cierto punto se recuperará, pero no del todo. Al final, si pierdes gente que era residente, es algo que no es fácil de recuperar; y el atractivo de China como destino ha sufrido mucho.
Una relación poliédrica
Pregunta: La UE definió a China en 2019 como un “socio, competidor y rival sistémico”, una definición que se mantiene hoy. 3 años después, ¿qué dimensión crees que prima más?
Respuesta: Buena pregunta. Sinceramente, creo que esto cambia un poco desde que en 2019 se publicó el strategic outlook. Ahora mismo, creo que prima la dimensión de rival sistémico junto con la de competidor. Ahora mismo, la opinión de China en casi toda Europa es más crítica. Las oportunidades de colaboración se ven muy reducidas y sí que vemos muchos más campos de fricción.
Algunos de esos son de competición económica, pero ahora prima el aspecto de rival sistémico. Sólo tenemos que mirar la respuesta china a la invasión a Ucrania. Es evidente que, en cuanto al enfoque hacia el orden mundial, las diferencias son fundamentales. Se ve también cuando China habla de la estrategia europea del Indo-Pacífico, la relación entre UE y Estados Unidos o cuando habla sobre la OTAN y sobre el rol que juega Europa dentro de la misma.